Miriam Gomez

m. gomez
m. gomez
+

"La Eucaristía es “Fuente y Cima” de toda la vida Cristiana.

 “La Eucaristía es fuente y cima de toda la vida cristiana”

La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana . Los que han sido elevados a la dignidad de sacerdocio real por el Bautismo, y configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.

Del Catecismo de la Iglesia Católica.
 "Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura"  (CIC 1323)

La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida cristiana". "Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua" (CIC 1324).

"La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios por las que la Iglesia es ella misma. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre” (CIC 1325).

Jesucristo prometió:” Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20).
Se quedó entre nosotros.
Cuando llegó el momento de partir, Jesús, en su infinita bondad se quiso quedar entre nosotros, ofreciendo   el presente más grande y mejor de todos: instituyó el Sagrado Sacramento de la Eucaristía, “Presencia Real del Señor, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el Hostia y en el Vino Consagrados”. Jesús es el verdadero pan descendido del Cielo, comida para el alma, fuerza e inspiración para la humanidad en la caminata existencial, vínculo poderoso que une y congrega todos los fieles al rededor de un único Altar hasta la consumación de los siglos. 
San Mateo registró aquel inolvidable momento escribiendo las palabras que Jesús habló:

Mientras comían Jesús tomo pan, pronuncio la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: ‘Tomen y coman este es mi cuerpo”. Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: “Beban todos de ella, esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados” (Mateo 26,26-28), Marcos, 14,22-24; San Lucas 22,19-20 

El Apóstol San Juan escribe así: “Y Jesús les dijo; ‘Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?" Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come
vivirá por mí” (Juan 6,53-56).

San Pablo escribe así:
"Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he trasmitido. El Señor Jesús la noche en que fue entregado, tomo pan, y después de dar gracias, lo partió diciendo: “Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía”. De igual manera tomando la copa, después de haber cenado, dijo: “Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Todas las veces que la hagan, háganlo en memoria mía” (1Cor 11,23-25).
Sin sacrificio no hay alianza:
En las Sagradas Escrituras, en el Antiguo Testamento, los pactos de Dios con Su pueblo son sellados con sangre. De hecho según la Ley, la purificación de casi todo, se ha de hacer con sangre animal, y sin derramamiento de sangre no se quita el pecado. Por eso el Sumo sacerdote, una sola vez al año entra al Lugar Santísimo  y nunca sin la sangre que va a ofrecer como sacrificio por sus pecados y por los pecados del pueblo. 

Pero, hasta Jesús, ningún sacrificio podría ser suficiente. Leer Hebreos, Capítulos 8,9 y10.
Nosotros tenemos un ancla espiritual segura y firme, que se fijo más allá de la cortina del templo, Jesucristo entró en un santuario más noble y más perfecto, no hecho por hombres, Cristo entró en el propio Cielo, donde esta ahora sentado a la derecha del Dios de Majestad actuando en  favor nuestro. El entró para abrirnos el camino, hecho Sumo Sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec. Entró allí como Sumo Sacerdote, llevando su propia sangre, no la sangre de chivos ni toros, sino su sangre, la sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo,  consiguiendo así de una vez y por toda la liberación definitiva. La sangre de Cristo se ofreció una sola vez a Dios por el Espíritu  eterno como víctima sin mancha para purificar nuestra conciencia de las obras de la muerte, perdonar nuestros pecados y darnos la vida eterna.

Por eso Cristo es mediador de un nuevo Testamento o Alianza entre Dios y los hombres, sellada con su preciosa sangre.
En el siglo XX, Mahatma Gandhi, que era hindú, dijo que “un culto sin sacrificio es una de las absurdas pretensiones de la edad moderna”. Pero para nosotros los católicos el culto no es así. Nuestro acto supremo de culto es un acto supremo de sacrificio: la cena del Cordero, la Misa, el Culto agradable a Dios por excelencia, ningún otro culto se le iguala. 
Recuerda el Salmo 116, 12: “¿Cómo haré para devolver al Señor todo el bien que me ha hecho?” La respuesta se encuentra en este mismo Salmo: “Alzaré la copa de la salvación e invocaré el Nombre del Señor” (Sal 116, 13). 

Como prenda de amor.
Las palabras de Jesús son claras y auténticas. En aquel momento de adiós, ÉL obró el  Misterio de la Transubstanciación que se repite en todas las Santas Misas en el momento de la  Consagración. Las especies de pan y vino son transformados por el Divino  Espíritu Santo, en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad del Señor Jesús, y manteniendo sin embargo, la apariencia original de las mismas especies. 
 Nuestra capacidad humana no alcanza a entender la grandeza del Hijo de Dios, que quiere quedarse para siempre con los hombres. Conociendo nuestra naturaleza incrédula, mediante los milagros de los panes, los pescados y la caminata sobre las aguas, Cristo no solo preparó a sus discípulos para el sublime momento en que instituiría la Eucaristía, sino que también El les demostró que poseía como hombre-Dios un poder superior sobre las leyes de la naturaleza, y podía,  por tanto, proveer tal alimento sobrenatural, que no era otra cosa que su propio Cuerpo y Sangre. 

Como prenda de su amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles pertícipe de su Pascua, instituyó la Eucaristía, como memorial de su muerte y de su resurrección, ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su retorno, “constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento”. 

Cuatro Pilares fundamentales de la Iglesia de Jesucristo.
El Libro de los Hechos de los Apóstoles 2,42 nos asegura que la Iglesia primitiva (primera comunidad cristiana) tenía cuatro pilares fundamentales sin los cuales no hay Iglesia de Jesucristo: “Eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones’. 
La Eucaristía es la fuente y culmen de toda vida cristiana. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da prenda de la vida eterna. Además del nombre de Eucaristía, que significa: Acción de gracias a Dios. También  suele denominársele Santa Misa, Cena del Señor, Fracción del Pan, Celebración Eucarística, Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor; Santo Sacrificio, Santa y Divina Liturgia, Santos Misterios, Santísimo Sacramento del Altar y Sagrada Comunión.
“No te detengo, vete”   (Juan 6,46-71)

El primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos, igual que el anuncio de la pasión los escandalizó. 
Los judíos se escandalizaron y discutían entre si ¿Cómo puede este darnos a comer carne? Ellos como los discípulos no podían comprender ese misterio. (El cuerpo y la sangre de Cristo resucitado, es en realidad transformada por el Espíritu que actúa en forma espiritual). En el versículo 6,66 dice: “A partir de entonces muchos de los discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle. Jesús preguntó a los doce: “¿Quieren marcharse también ustedes?” Con esta pregunta tan tajante, Jesús demuestra que no hay alternativas para la duda con respecto a la Eucaristía, El aseguró en este capítulo varias veces “Yo soy el pan vivo que ha bajado del Cielo”. Si lo crees quédate, sino no, no te detengo, vete. Mientras muchos seguidores de Jesús se alejan,  Pedro en su famosa  confesión personal y eclesial responde “Señor ¿a quien iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tu eres el santo de Dios”.   
¿Por qué nos arrodillamos en la Iglesia?  

La Iglesia desde los tiempos apostólicos cree en la “presencia Real”, no figurativa,  Real de Jesucristo en la Eucaristía, porque El lo dijo, y nosotros le creemos. Por eso cuando asistimos a la Iglesia nos arrodillamos, porque creemos que El está vivo entre nosotros, le rendimos culto y adoración como expresión de fe en un Dios encarnado que prometió quedarse con nosotros para siempre en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Creemos que Jesucristo está de forma misteriosa en la Hostia y en el Vino. El es el centro de nuestra celebración.
En el Evangelio de San Mateo 2,11 se nos dice que los Magos que venían de Oriente: “Al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre, se arrodillaron y le adoraron”. Esto es lo que hace la Iglesia, adoramos a Cristo presente en la Eucaristía.  Como expresión de nuestra fe en su presencia viva entre nosotros. En cambio los discípulos que dudaron, los distingue el evangelista porque ellos no creyeron y se marcharon.

En comunión con Cristo.
San Pablo pregunta: “La copa de la bendición que bendecimos ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? (1 Corintios 10,16) Así vivimos nosotros en comunión con El, como el pan natural que comemos alimenta nuestro cuerpo, al comer el Pan de Vida que es Cristo alimenta todo nuestro ser y nos volvemos uno con El y en El. Hay quien cree en la  Palabra de Dios, pero la interpreta a su manera porque no va a los cimientos apostólicos y sin saberlo se están perdiendo  su esencia, Jesucristo prometió:”Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mateo 28,20).  Por su presencia Eucarística.
¿Cuántas misas y cuantas comuniones se permiten en un día?

Normalmente una misa diaria es suficiente, No hay regulaciones que limite las veces que se puede asistir a misa en un día.
La Iglesia recomienda vivamente a todos los fieles, recibir la santa Eucaristía todos los domingos y días de fiesta, o incluso todos los días, y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo Pascual preparados por el sacramento de la Reconciliación. (cf CIC 1389 Canon 920) 

¿Cuántas comuniones en un día? Se puede recibir Comunión dos veces en el mismo día, siempre que sea participando en la Santa Misa. (Cf CIC 1388 Canon 917).

Miriam Gómez