Miriam Gomez

m. gomez
m. gomez
+

Perdona y se libre.

Cuando sientes que alguien te debe algo, ya sea una disculpa,  o una época de tu vida, cuando alguien te ha arrancado la felicidad sin que puedas hacer nada al respecto, en otras palabras, sientes que te han robado. Y ciertamente así es. Te han robado la paz, la inocencia, la alegría, el gozo etc. 

Yo te digo que hay alguien que puede liberarte de ese dolor que te atormenta. Se llama Jesús.
El mismo nos lo afirma al proclamar Su misión; (Lucas 4,16) “El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año del Señor.”

Jesús ha venido para sanarte. 
¿Cómo?

 No es fácil, pero, sigue leyendo. Según las Escrituras Jesús en la cruz ofreció su vida como sacrificio por el pecado, o sea que nos reconcilió con Dios. Su Sangre derramada nos concede el perdón. "Eran nuestras faltas por las que era destruido, nuestros pecados por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz, y por sus llagas hemos sido sanados" (Isaías 53,5). 

 El ha ganado el perdón para ti y  te ha dado el privilegio de perdonar y liberar a alguien de sus deudas. Repito, no es fácil, hay que practicarlo y vas a ir mejorando cada día. Aunque se espera que el que ha actuado mal tiene que  expresar su arrepentimiento, no siempre funciona así. Ya sea porque no se da cuenta de la magnitud del daño que ha causado, porque no sabe amar o sabrá Dios por qué no te ha pedido disculpas. Tú, no más perdona, solo porque el Señor te lo pide. Y si El te lo pide, El te dará la capacidad para hacerlo, no luches con tus propias fuerzas. Pídele como hicieron los discípulos. 

El apóstol Pedro se acercó a Jesús con esta pregunta: “Señor ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?” Respondió Jesús: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.” (Mateo 18,21-22)
Los apóstoles dijeron al Señor; “Auméntanos la fe.” (Lucas 17,5) Después de todo, la fe que necesitas es la del tamaño de un granito de mostaza, entonces le dirás a la montaña que se mueva y la montaña se moverá. Si guardas rencor en tu corazón, eso es una montaña en tu vida.

Dios quiere que perdonemos al hermano de la misma manera que El nos perdona a nosotros. Esto se contrapone a la sed de venganza de nuestra humanidad, por eso no es fácil. Si perdonas Dios te va a restaurar y ha prometido que tu oración será escuchada.
“Por eso les digo; todo lo que pidan en oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán. Y cuando se pongan de pie para orar, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que su Padre del Cielo les perdone a ustedes también sus faltas.” (Marcos 11,24-26)
No sabemos perdonar porque no conocemos bien todo lo que Dios nos ha perdonado y cuán grande es su misericordia. Y nosotros al no perdonar nos cerramos al perdón de Dios. El siguiente ejemplo es clarísimo.

(Mateo 18,23-35) El que no perdonó a su compañero. (Parábola) 
Cuando el sirviente fue perdonado de su deuda por su señor, fue a colectar al compañero que le debía, y como no le pudo pagar, lo mandó a la cárcel hasta que le pagara la deuda. “Entonces el señor lo hizo llamar y le dijo “Siervo miserable, yo te perdoné toda la deuda cuando me lo suplicaste. ¿No debías también tú tener  compasión de tu compañero como yo tuve compasión de ti? Y tanto se enojó el señor, que lo puso en manos de los verdugos hasta que pagara toda la deuda.”
Y Jesús añadió: “Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, a no ser que cada uno perdone de corazón a su hermano.” (Mateo 18,32-35)  
 Nadie te puede pagar la niñez, las humillaciones, las pérdidas, pero a veces por hacer valer nuestros derechos nos portamos como ciervos miserables o peor aún,  le sigues dando poder a esa persona sobre tus sentimientos. Y si no perdonas, Dios no te perdona. Es más, la exigencia de amor al prójimo va más allá. 

 (Mateo 5,43-48) “Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo. Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos…”  
Lo más probable es que no des crédito a lo que estás leyendo, ¿perdonar y además rezar por quién te ha hecho daño? “¡No way!” 

Si, leíste bien. “Esa es precisamente la fórmula que te da Jesús para liberarte”. Perdonar y  orar con fe por los que te persiguen y la paz de Dios que es mayor de lo que te puedes imaginar te guardará tu corazón y tus pensamientos en Cristo Jesús. Esta fórmula no falla, tu alma se va a llenar de gracia y alegría, estás en línea con el pensar de Dios. “Se te quita un peso de encima, que no deberías llevar”. Di como Jesús en la cruz “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23,34). Si crees que Jesús pudo decirlo porque es Dios, acuérdate que El también era hombre. Y ¿Qué me dices de Esteban, un discípulo de Jesús? Mientras era apedreado, Esteban oraba así “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Después se arrodilló y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado.” Y dicho esto se durmió en el Señor. (Hechos 7,59-60) 

Es muy importante que no confundas “amar a tus enemigos y  rezar por tus perseguidores” con ser permisivo al maltrato físico, las humillaciones, y el abuso psicológico, “este ya sería otro tema a desarrollar” para amar hay que amarse. Jesús también dijo “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Lo que el Señor te pide es que perdones al que te ofende, que ores por él y que no le desees ningún mal. Dios es un Dios de reconciliación y si actúas en Su justicia, por obediencia como hijo(a) Suyo que eres,  te recompensará.

“Los justos, en cambio, viven para siempre y su recompensa esta junto al Señor; cuidan de ellos en casa del Altísimo. Recibirán de manos del Señor la corona magnífica, la diadema radiante; con su mano derecha los cubrirá y con su brazo los protegerá.” (Sabiduría 5,15-16)
Ni modo, por nuestro propio bien, hay que perdonar. Bendiciones.
      
 Miriam Gómez

© 2014, All Rights Reserved.